Los finales felices son historias sin acabar.

Sí, podría darte mi número, y seguramente tú me llamarías, y yo esperaría que lo hicieras. Quedaríamos en algún sitio y al principio los dos no sentiríamos especialmente torpes con las palabras, sobretodo yo. Te tiraría el humo a la cara por los nervios y tú me pegarías una patada por debajo de la mesa, pero nos reiríamos y a partir de ahí todo se volvería más fácil. Jugaríamos a pagar rondas de vergüenza hasta emborracharnos,la brusquedad por besarnos. Se nos haría de día y bromearíamos sobre la necesidad de repetirlo. Quedaríamos muchas veces más, al principio buscando excusas, después excusándonos por no hacerlo. Y todo sería sospechosamente perfecto: la risa, el ejército de hormigas en el vientre. Y de repente, llegaría la mañana en que te das cuenta de que estás queriendo con la cabeza,el corazón y el humor . Con suerte ninguno de los dos enfermaría de cobardía,y no nos arañaríamos demasiado. Como primicia no le daríamos importancia a los enfados, y luego nos enfadaríamos sin importarnos. Nos creeríamos invencibles, y yo me sentiría la niña más feliz del planeta, y me pasaría el día hablándoles a mis amigas de ti, de mí, de nosotros. Pero llegaría la noche fría en la que te pondría la mano encima y ya no lo sentirías.. O el momento en el que tú aborrecerías mi manera de contarte como me ha ido el día, y amí se me caería el mundo encima. Puede que hasta consiguieramos fingir la vehemencia suficiente para pretender que el desencanto no resulta tan doloroso. Como mínimo uno de los dos saldría trasquilado, y no es que me acojone la posibilidad de que me hagas daño.. Pero últimamente estoy ya algo perezosa, se me ha dormido el corazón y no encuentro por ningún lado mis ganas de querer a alguien. Y encima, lo que yo quisiera es un amor del revés, que empezara mal y terminara bien. Uno que empezara con gritos, siguiera con caricias y se agarrara con besos. Un amor totalmente del revés. Uno que no terminara jamás.. para dejar de envidiar a todas aquella personas 'mayores' que veo por la calle cogidas de la mano con 80 años,  y que no han dejado de quererse ni un solo día. Ese si es un para siempre para mí.  Porque los finales felices son historias sin acabar.